Miradas

jueves, 10 de octubre de 2013

Sin-sentido

Voy a esperarte aquí sentada, hasta que el infinito no sea tan pequeño para nuestros pasos kilométricos.

Voy a hablar con las aceras,
tal vez ellas me cuenten dónde fue a parar la piedra que se metía siempre en mi zapato.
Que ahora la hecho de menos en los días en los que llueven gatos.

Una vez, una nube gris que pasaba por mi calle, me susurró que nunca más volverían a ser tristes los días de lluvia, aunque a ella le diera por llorar.
Y mira, tenía razón. Hoy no he tenido que desnudar ninguna mandarina ni ahogarla en el espesor del chocolate.

Me ha parecido suficiente con mirar el cristal de la ventana y no a través de éste.

He hablado sola por teléfono y me he quejado porque había interferencias.
Maldita linea.
Está todo conectado para hablar con cualquier persona de cualquier lugar y, sin embargo, para hablar con uno mismo todavía no han inventado nada útil.
Será que es más cómodo o así, o que las respuestas válidas solo están en bocas ajenas. O que, al final hablar sin palabras va a ser, como siempre, la única solución.

Me he resbalado con un poco de insomnio que alguien había dejado en el portal de mi edificio, he corrido sin utilizar las piernas hasta donde no existe el tiempo ni el espacio y alguien me ha cogido del brazo. O tal vez lo he imaginado.

Me he enfadado con las flores de un macetero de la Calle Mayor porque nadie les había dicho hoy lo preciosas que estaban, y ellas ni siquiera lo habían echado en falta.

Supongo que aquel hombre que intentaba tomar una foto de una noche oscura de otoño no se daba cuenta de que su cámara estaba apagada. Y de que eran las doce del medio día. Y de que el sol picaba sobre su abrigo de plumas y una gota de sudor le descendía por donde se piensa.

Y esto último me ha resultado familiar.
Tenemos la cámara apagada. Todos. Ni siquiera sabemos si funciona.
Nos han dicho que es de noche, que es otoño, que hace frío y que la foto saldrá tarde o temprano.
Pero no nos hemos parado a comprobarlo.
¿De qué no extrañamos entonces cuando las cosas no salen?
Algunos lo llaman estupidez, yo prefiero llamarlo humanidad.



He dejado de buscar la piedra de mi zapato,
y ahora la necesito más que nunca.
Aquella nube me engañó,
ya no ha vuelto a llover desde entonces, eso es trampa,
y los cristales no están mojados de agua.
El teléfono lo he desconectado,
y ahora uso el método de cerrar los ojos y abrir algo dentro.
                         

                                                                              Un consejo,
                                                                                  para la próxima vez, prueba a encender la cámara.







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