Miradas

sábado, 2 de abril de 2016

Borges

Borges se desangra en los ponientes de la Pampa mientras a mí me atraviesa el cuerpo una luz naranja de atardecer caliente y murciano, de manos blancas y de tierra seca. El olor a mojado de las calles de Buenos Aires se mezcla de repente con el aroma a flor nueva de naranjo: ese aroma envolvente y elemental que se queda enquistado en el pecho.
Los surcos y callejones que desgarran la ciudad argentina, brillante de plata y de reflejos, los veo al pasear por las avenidas murcianas, que son como aristas puntiagudas abarrotadas de personas, de miradas y de espacio lleno. Espacio cubierto por nada más lejos del silencio.
No hay nada más absoluto que sentirse viva en un libro, y seguir sintiendo algo similar al salir de él con las manos llenas y las palabras enredadas en el abdomen, muy dentro.

Nos despedimos al atardecer, en gradual soledad.

domingo, 10 de enero de 2016

La literatura es una puta vestida de doncella. Todos la manosean, la huelen, se arrastran por sus páginas y la abren de piernas a su antojo. Es una tía divertida.