Miradas

lunes, 18 de marzo de 2013

''El crack del 2012'

Crisis. Crisis. Crisis. Solo se escucha esa palabra en las cada vez más tensas conversaciones de estos últimos meses. Que palabra más fea. Crisis. Solo caras tristes, historias que lo son más aun. Crisis.Personas que se quedan sin casa, sin trabajo y sin felicidad. Crisis. Padres de familia apurados, madres desesperadas y familias honradas   sin pan.
Esto me hace pensar.
¿Qué ha cambiado de unos años atrás hasta ahora? 
Hoy sales a la calle y todo es un tono más grisáceo que ayer. Las personas empiezan a verse faltas de esperanza,- y eso que dicen que es lo último que se pierde- y el día a día se parece cada vez más a una cuesta empinada que se resiste.
La crisis es una época de contrastes. A los ricos se les multiplican los anillos y a los no tan ricos se les divide  la fortuna. Pero, ¿acaso dependemos del dinero? Parece que sí.
Vivimos en una sociedad acostumbrada a vivir a lomos de billetes y monedas. Compramos felicidad artificial y la vendemos como mercancía. Hemos perdido todos los valores y ahora no explotan en la cara.
Sí, es cierto que hay que comer, y hay que dormir, y el dinero es necesario para ese tipo de cosas, no discrepo. Pero no hablo de eso.
Hablo de la avaricia en la que todo este juego de riqueza ha desembocado. Hablo de los hombres trajeados que han dejado sus escrúpulos a un lado. Hablo también de aquel que roba por necesidad, porque su hermano le ha negado su retoño, y del que roba por tener más que el vecino. Hablo del interés y el egoísmo que, en realidad, acaba matando a las personas. Hablo de aquellos que saltan para pisotear al otro, y no para abrazarlo. De todo eso hablo. Y no nos damos cuenta de que, a fin de cuentas, el dinero no es nada. Solo números que no determinan ciertas cosas. Números en los que no deberíamos dejarnos la piel.

Una sonrisa no vale dinero, ni un abrazo o un beso sincero. Las caricias y las palabras bonitas no las compra un maletín lleno de papeles.
Ni con el cheque más valioso del universo podrías comprar las primeras palabras de un niño, o una mirada de agradecimiento.
En definitiva, el amor, que es lo que mueve el mundo desde el primer día en el que éste se creó, no es algo que se adquiera a base de monedas. 
Hemos perdido los papeles y no somos conscientes de que, como bien dijo un grande en su día, ''las mejores cosas de la vida, no son cosas.''

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