Miradas

domingo, 17 de marzo de 2013

Podría decir que sentí un escalofrío, que el mundo se paró y mi piel se erizó. Podría decir que se me aceleró el pulso y me sudaron las manos. Podría también decir que temblé y que desde entonces nada ha vuelto a ser igual.. Podría decir todo eso, pero sería mentira.

Tan solo fue como un pellizquito en el dedo meñique. Un chasquido de dedos en pleno silencio.  Fue una décima de segundo en la que algo hizo 'crack', aunque nadie lo escuchó.
El tren no se paró, ni las personas que en él habían dejaron de hablar, ni si quiera yo dejé de hacerlo. Fue una mirada demasido efímera que casi pasó desapercibida. Una mirada inocente y descuidada que sin saber el motivo, a partir de ese día provocó toda una historia. 

Podría haber sido como un día cualquiera y, ¿qué demonios? Lo fue.
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Nadie se cree todas esas chorradas que se desbordan de los libros. Todos preferimos tener los pies bien sujetos a la tierra, ¿no? Que nadie nos venda sus hiperboles ni sus fantasiosas historietas. Todos sabemos que eso no existe en el mundo real. Y lo pensamos de verdad. Malditos ilusos.
Lo que no sabemos es que ese pensamiento es precisamente el que nos aleja de la oportunidad de vivir cada día con una esperanza. No tenemos ni idea. Creamos nuestras propias cadenas y despues perdemos la llave. Así nos va.

Pues que sepáis que ese día, en ese tren, se produjo magia. Hubieron chispas y sonaron campanas. Que sepáis que mis ojos sí brillaron y que mi corazón sí latió más deprisa. Que a partir de ese día sueño y vivo con el mismo pensamiento, que tiene nombre y apellidos aunque, paradojicamente, yo no los sé.




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